viernes, 17 de octubre de 2008

Cambio, Cultura y Sujeto (de cambio)

Podríamos decir que un hecho cultural es aquel que no responde al impulso del "instinto" del ser desnudo y produce un cambio en el espacio humano y que cultura es el conjunto de lazos que sujetan (o transforman en sujeto) al ser humano. Algo así entre ambiguo y tautológico.

Las más de las veces, la cultura actúa como resistencia al cambio. La instalación de la cultura conservadora e individualista impuesta durante 30 años de "Proceso" con sus versiones de terror de estado y seducción de los sectores medios operada en el período de dictadura militar o sólo por seducción durante el menemismo, se ha instalado como valla a cualquier proyecto transformador. Es así que, muchas veces, la progresía declama cambios rompiendo, desde su discurso, los lazos conservadores de su propia cultura. A veces no alcanza siquiera a romper esos lazos y, entonces, levanta una voz de crítica, reniega de su propia imposibilidad sin atacarla.

Sin embargo, esa cultura conservadora resiste. Ya sea en uno u otro límite discursivo, lo dicho no se corresponde con lo hecho. Esta disociación tiene dos efectos bien marcados. Genera frustración (que debe canalizarse por la crítica a "los otros") por alienación y refuerza la resistencia.

¿Cuáles son los límites autoimpuestos para aportar a un cambio? ¿Hasta dónde expongo mi propia situación en función de un bien común? ¿Cuánto estoy dispuesto a ofrecer?

Si no se vislumbró hasta ahora, quiero decir que estoy hablando de cambio, cultura y sujeto en los servicios públicos de salud. Quiero discutir cuánto nos toca a cada uno de los actores que, como agentes de derecho a la salud, trabajamos para la sociedad (el pueblo, digámoslo). Cuánto nos hacemos los distraídos delegando resposabilidades y cargando culpas en otros.