Incluyamos
en una lista a aquellos presidentes que, tal vez arbitrariamente,
podemos considerar del Campo Popular. Los que con sus políticas,
enfrentaron los intereses de las clases dominantes locales y, junto a
ellas, a los intereses de las clase dominante central e intentaron
ampliar los derechos de las clases populares: Yrigoyen, Perón,
Illia, Cámpora, Alfonsín, Néstor, Cristina.
No
incluyo a Menem ni a De la Rúa por diversas y coincidentes razones.
Frondizi apenas será mencionado.
Sí
incluyo a Isabel a pesar de haber traicionado los intereses populares
y haber instalado un régimen de terror que intentó acallar las
voces disidentes de cualquier tipo porque fue la consecuencia de una
estrategia que la reacción comenzó a llevar a cabo desde el primer
día de gobierno de Cámpora. Esta circunstancia no le quita
responsabilidad en nada a su gobierno. Sin embargo, a pesar de haber
sido desvirtuado el proyecto original y haber cedido a los intereses
de la clase dominante local, era necesario borrar todo vestigio de
populismo y así se hizo. El terrorismo de estado fue un arma más,
la más cruel, la más lesiva, de una batalla cultural que permitiera
la concentración y expoliación de los recursos, los bienes y la
renta nacional.
Lo
que intento mostrar es la similitud de estrategias adoptadas por los
sectores de poder en todos los momentos históricos en los que hubo
acumulación política y apoyo popular.
Coincidentemente,
tras las caídas de cuatro gobiernos populares (ya hice la aclaración
del gobierno de Isabel), el argumento descalificador para todo lo
conseguido fue la corrupción. Los gobiernos de Yrigoyen, Perón e
Isabel fueron (el de Cristina es) atacados con esos argumentos de
corrupción. La foto de los líderes presos intenta socavar la
cohesión popular y crear una significación abarcativa de desastre,
de desgobierno, de caos. La corrupción, como significante vacío en
la idea de Laclau, subordinando y descalificando todo análisis
político. En mi campo de interés, la Salud Pública, la forma de
atacar y destruir todo lo hecho por Carrillo entre 1945 y 1954 fue
también denunciarlo por corrupto, embargarle sus bienes y condenarlo
a morir pobre y enfermo en el exilio.
Por
otras razones Frondizi también fue encarcelado en Martín García.
Los
gobiernos de Illia y Alfonsín llegaron al final, en un caso producto
de un golpe militar y en el otro casi al completar su mandato
producto de un golpe de mercado, luego de un permanente hostigamiento
que les representó una merma de apoyo popular. La estrategia de
descrédito fue sostenida en el tiempo y eficaz por otros medios.
Podríamos analizar el sujeto social sobre el que se sustentó la
acumulación política inicial y las formas que se usaron para
debilitarlo. No digo con esto que esos gobiernos fueran corruptos y
solamente no hayan sido denunciados. Digo que si hubiera sido
necesario, también lo habrían hecho.
Ahora
pensemos cuáles fueron las consecuencias para el Pueblo en todos los
casos mencionados. Pensemos que pasó con la distribución de la
renta nacional en todos estos momentos. Pensemos cuánto tiempo se
requirió para amortiguar las consecuencias de cada uno de esos
períodos. Finalmente, recordemos los verdaderos y enormes actos de
corrupción que se generaron en cada uno de los procesos que
sucedieron a cada uno de estos gobiernos.
Cuando,
desde el Estado, se intenta poner límite a la corrupción
capitalista para proteger a las clases populares los dueños del
poder ponen en juego todo su arsenal. John W. Cooke decía: ”la
oligarquía no sólo es dueña de las cosas,: también es dueña de
las palabras.” Completaba diciendo: “por lo tanto, cualquier
tentativa de sustituir la explotación económica por sistemas más
justos de distribución de la renta nacional está al margen de la
convivencia. El Estado debe ser indefenso frente a los poderes del
dinero y despiadado en la represión de los rebeldes.”(J.W.Cooke,
2011)
“Porque
eso es el capitalismo, la corrupción es un hecho absolutamente
normal. El capitalismo es eso, una fórmula para quedarse con el
trabajo de los trabajadores. Karl Marx lo llamaba la subsunción real
del trabajo. El capitalismo de por sí se queda con una parte del
laburo, la plusvalía, pero se queda con más todavía. Eso es el
afano, la corrupción.”(Ferrara, 2007)